miércoles, 16 de mayo de 2012

Me alarmo en gerundio



La ciclicidad con este nuevo estornudo verbal, kilominutos después del último, copa los sobredimensionado. Y barrunto violada cualquier idea de ecuanimidad con mis anteriores deposiciones. Me alarma en gerundio.

La diferencia yoica no la sé calcular. Y no por la involución de mis matemáticas. Preocupante es el bloqueo que mantengo al intentar escupir. O el secuestro de largo plazo de sopas de letras que en mi cabeza conseguía digerir.  Recuerdo estar, amparado por mi incontinencia verbal. Quizá tomaba notas. O enfrié mi amistad. O apreté «mute» al tumbarme a descansar. Y me olvidé de hablar.

Fin de prefacio.

Ahora. Acalambrado aún. Me presento en una dulce emboscada. Conseguido lo alabado y aconsejado. Presuntamente suficiente para, primero, suprimir esa abulia motivacional que se mudó en mis motores y, segundo, para cumplir un pacto-avenencia con el desamparo de mi vocación. Me vale nulo.

Máxima de no-linealidad. Aprender en gerundio, y vestido de dolor. El ejemplo vivo del impacto de lo altamente improbable. La caída del castillo de naipes, la borrasca que nadie le predijo. Y ahora, en la cima de una montaña de una vida exógena.


Sin saber bajar. Y el no parar de lo demás.




Al. Kasanov

lunes, 26 de julio de 2010

Reminiscencia del rey de corazones


Llegó como un embarazo a los dieciséis. Sin querer y sin avisar.

Nadie le enseñó qué debía querer, y es que necesitaría otra vida para compararla y enmendar. Nadie le advirtió que las metáforas son peligrosas. Ni que la predilección no es amor. Que no existía el reciclaje emocional, un consumo de lo caducado pero siempre aceptado por sanidad (para no sentirse mal por el abandonado). Tampoco nadie le advirtió que la singularidad era una moneda de dos caras, la placentera originalidad y la posible adicción que podía provocar hasta el mejor sibarita de lo social. Que la irracionalidad no tiene vacuna.

Preñado por la casualidad. Gestación sentimental. No supo dónde cogerse. Y es que vivía en una sopa de letras dónde no se sabía formar palabra alguna. Encriptado en un yoismo en constante reforma:

Distante con la resonancia del vox populi emocional. Arrendatario de puntos muertos, conformismo de alquiler, un observatorio de las vidas de los demás y un stand by de la propia a demasiado largo plazo. Y es que siempre le sedujo Adán y Eva, los primeros rebeldes de lo impuesto y lo establecido. Transgredir una norma impuesta, les dio la vida. Tampoco le seducían las gincanas de lo sentimental. Hacer lo coherente y lo aceptado, le resultaban un atropello y una amputación de alas. Una superchería emocional. Sin pudor ni reparos, vocación de coleccionista de deseos, placeres y apetencias. Sinceridad ante notario.

Y así se encontró, desnudo, expuesto en la antecámara de la esperanza. Desnudo, como el cuento del rei. Vivía en su castillo de dogmas recién fortificados, de fina arquitectura emocional. Tan bello pero frágil como una construcción imperal de naipes. Bastó poco para derrumbar, un soplo de aire fresco. Bastó poco para entrar, por la puerta de atrás. Bastó poco para comprobar, que por buen castillo ultradimensionado y bañado en racionalidad, sólidos dogmas y armado con fuertes creencias; la afinidad, la vitamina F, la originalidad, la preciosología, ella; pueden inyectar una irracionalidad incontenible que haría claudicar al peor de los dogmáticos, bajar a tierra al peor de los astronautas, consentir al peor de los orgullosos e invitar a su propio mundo al peor de los misóginos. Hasta podrían llegar a hipotecarse el corazón.

Cuidado con la monarquía afectiva, rei de co[n]razones.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Sabiendo ser antónimamente


Empezando a ser un poco más aquello que no soy o cómo dar vida a mi yo antónimo.

Voy a empezar a ser más de Colacao que de Nesquick. A ser un poco más de del Barça que del Madrid. Voy a ser más de Calippo de lima que de fresa. De fruta más que de carne. También, voy a empezar a ser un poco más de cena en restaurantes que de bocadillos Bimbo con Nocilla. Un poco más de polín que de caramelos PEZ. Un poco más de cine que de Aquarium. Déjame también que sea un poco más garrulo. Un poco más capullo. Un poco más de piropo que de metáfora. Ser un poco más estándar.

Voy a ser un poco más de conducir que de que me lleven. Un poco más de hacer que de pedir. Voy a ser un poco más de manipular que de persuadir. Sí, un poco más de mentir. También un poco más malo. Si puedo serlo... Pero, sobre todo, permíteme que sea un poco más de saber irme y no de que me echen.

Sigamos. ¿Por qué no ser un poco más, todavía? Un poco más de gimnasio, de moreno, de gomina, de extrovertido, de Ibiza, de botellón, de HMYV, de playa, de bambas, de esquíar, de tejanos, de llamar por teléfono, de fanático, de patriota, de supersticioso, de palabras bonitas… Un poco más de lo que el mercado demanda. Un poco más de prostitución emocional. Un poco más de Panini. De stick-stack. Un poco más de Tilllate, de Icanteachyou, de books domésticos. Voy a empezar a ser un poco más, el resultado más repetido.

Finalmente, voy a ser un poco más de acción que de pensamiento. Un poco más de conrazón que de corazón. Un poco más de mandarte a la mierda que de esperar tu enmienda. También, un poco mejor lector. De pasar página cuando termine termine de leerla y no de cuando ella termine conmigo. Un poco más de acabar con el pasado que de que él no haya terminado conmigo aún.

Verás qué genial seré, porque de donde yo vengo, nadie me recuerda.


Al.

jueves, 11 de febrero de 2010

Una moda analfaestética


Háblame del interés,

Y del rechazo por el interesado. O mejor aún. Explícame el por qué de este embrollo verbal. Enlista las atrocidades de esta injusticia léxica. Si las hay.

Dime por qué castigan una palabra tan útil y tan llena de vida. Esa reafirmación expresa de aquello a querer, tener, poseer o disfrutar. Ese motor. Ese que-nos-mueve. Ese qué.

Dime quién no es interesado. Dime quién no se mueve por interés. Dime:

¿Quién no vive en felicidad entre amigos? ¿Quién no los tiene por el placer que se percibe a modo de renta emocional, imparablemente gratificante; del interés de untarse con el jugo del que dicha amistad desprende? ¿Quién es amigo de alguien por que no le interesa nada, porque nada interesante recibe? Dime, ¿quién se mueve por el no-interés? ¿Cuántos enamorados de algo banal para ellos?

Quizá resulta, que después de todo, el problema no son los interesados. Sea no a llamar las cosas por su nombre. Quizá el problema no sea, después de todo, ni el interesante ni el objeto de interés, sino el exilio de las sinceridades. Las que podrían asustar, molestar. Poco chachi-sociales. Suenan los 40 falsedades. Mal-llamados, interesados.

Mejor ser comedido en las maneras y blanquear quereres. Superchería de intenciones.

Mienteresados.

Ser sincero en los tiempos que corren. Acto de rebeldía.

domingo, 10 de enero de 2010

Pensando en insomnio

Llora hoy. Sécate mañana.

Ódiala a sangrar. Pero quiérete en demasía, como siempre. Una mala cosecha, sí. Sube el precio del kilo de fracasos. Baja el de las mejillas. Mercado de autoestima, en tendencia bajista. Cambia las cosas, muchacho. Y calma, se perdió la oportunidad. Ella. Empieza por algo suave. Poco a poco. Primero aprende a irte. Pasa la página. Pero no dejes de leer. Cambia de marca de cereales. Cambia de intenciones. De zapatos. Que le sigan las maneras. Con la frente bien alta. Déjalo estar. Y declárate insolvente. No puedes pagar el corazón que hipotecaste.


martes, 11 de agosto de 2009

Dudas en el aire


Quizá cuando más callo es cuando más se transita por mi cabeza.

Quizá mis íntimos no saben de mis accidentes y atropellos... y desconocidos son mi SAMUR emocional. Quizá soy un peaje que no quieres pagar. Quizá cuando más hablo, más quiero callar. Quizá cuando más me encripto en una grandilocuencia, más quiero evitar mostrar mis deficiencias e inseguridades. Que me encuentro en círculos viciosos de infartos o de entre-piernas. Quizá me aventuro por travesías en desiertos y llanuras de monotonía, y luego a maratones que mi corazón no aguanta. Quizá ella fue y me tengo que resignar. Quizá no supe. Quizá no sé tanto como digo. O quizá sí sé, porque nunca me lo han dado.

Quizá no sé qué toca ahora. Comprar por eBay una grapadora para sonrisas, invitarte a una cena en el centro o irme a vivir a Estambul. Dejar de pensar en cómo son las cosas, cuando nunca fueron así. Quizá debería mudarme a vivir en plena masa. Tener un cuerpo escultural para lavar la ropa a mano, una sonrisa vitaldent, un moreno artificial y salir en todas las fotos de incanteachyou y Tilllate. Quizá debería decir lo que quieren escuchar o lo que vendría en el guión. Abrir la boca y vender corazones, te quieros y mentiras agradables de escuchar. Quizá debería ser un gigoló sentimental. Trabajar para tener dinero y más dinero, comprarme un buen coche, una 2ª residencia con picina, ir a esquiar a Andorra y de vacaciones a Ibiza o Mallorca. Quizá debería ser "guay", como los demás.

Quizá hago eso y me llamo tengui-tengui de Panini. Quizá me grapo una sonrisa y pierdo la credibilidad. Quizá te invito a cenar y pierdo el mejor momento para invitarte a caramelos PEZ. Quizá me voy a Estambul... y mola. Quizá tengo el cuerpo, la sonrisa, el moreno y el famoseo ocio-social y me tengo que pasar la vida así, alerta, tratando de gustar a los demás y sus expectativas. Quizá me declaro incontinente mentiroso-emocional y te enamoras de mí pero yo no me tomaré más enserio. Cenaremos hipocresía baja en sal. Quizá llega fin de año y tengo una montaña de dinero encima de la mesa pero me pongo a llorar por no saber quién es dueño de quién. Quizá el coche, la casa, esquiar e Ibiza no son mi edén. Sino un mimetismo social. Quizá ya molo sin tener que ser un cromo repetido.

Quizá es la semana fantástica de las dudas en el Corte Inglés. Agosto para vacilar. Quizá te echo de menos. Quizá también a mí. Quizá me planteo reformas. Quizá vomito diarrea bucal. Quizá me quema la rabia y la incertidumbre. Quizá no sé cómo remediar. Pomada o betadine para curar infartos e interrogantes.

Quizá no soy astronauta. Quizá no sepa estar en el aire.

jueves, 23 de julio de 2009

El rompecabezas de la sexualidad

[...] Parece que, afortunadamente, nos hemos librado de una sofocante moral sexual, sin que hayamos caído en una orgía perpetua. Cualquier acto sexual es lícito si se realiza voluntariamente entre adultos, y no hace daño ni a los protagonistas ni a terceros. ¿Basta con esa norma?

Vivimos una liberación sexual.
Las sociedades han construido morales para facilitar el acceso a la felicidad, y que al prescindir de ellas, al buscar una libertad desvinculada, sin normas ni coacciones, nos encontramos de repente en un mundo complejo, sin mapas, sin instrucciones de uso, sin modelos, sin caminos, ni nada. ¿Es necesaria y posible, pues, una ética no del control, sino de la liberación sexual? No de regreso, sino de progreso.

La sexualidad es todo un sistema de relaciones, afectos, instituciones, expectativas y fracasos. En ausencia de normas, las relaciones sexuales/amorosas tienen que reinventarse individualmente, lo que en teoría es magnífico y en la práctica complicado. La sexualidad se ha privatizado. Los individuos que quieren convivir cada vez más se convierten en los legisladores de su propia vida, en los jueces de sus errores, pero también en los vengadores de las ofensas sufridas.

Las normas morales hacían las conductas predecibles, y simplificaban la toma de decisiones. La liberación sexual ha despertado en muchas personas la angustia de la posibilidad. Ya no está claro si hay que casarse o convivir, si tener y criar un hijo dentro o fuera de la familia, antes o despues de la carrera o en medio. Vivir solo, conveniencia prematrimonial y matrimonial, los pisos compartidos y paternidades varían pasando por uno o dos divorcios.

Se empieza a hablar de una educación para el vértigo. [...]


J.A. Marina