viernes, 5 de junio de 2009

Antología de un vaso de cristal

Regué gota a gota el vaso en el que ahora me ahogo. O quizás, mi borrachera de sangría de intenciones.

Coseché una caravana de conocimiento. Mitigué incongruencias adheridas en mi qué hacer, en mi qué pensar y en mi qué mirar. Me revisé para volver a hacerme. Y ahora lo se. Me quiero hacer como me deshago y no como me hice:

Que una brisa no sucediera en un ciclón. Que mis castillos no parecieran de naipes. Bonitos, altos, de fina arquitectura, milimétricamente bellos pero frágiles con cualquier movimiento. Que la probabilidad no se infravalorase. Que no sufra ahora de destrozos y daños materiales. Que me recupere de lo improvable. Afección cardíaca, por hiper-revolución de marcapasos, por exceso de una desfibrilación bañada de vehemencia.

Que tan sorprendente e intensa es la consecución de lo improvable como la no-consecución de lo provable. Y sucedió. Tú consecuente. Que tú consecuencia. Y que yo sin prevención de riesgos.

Transparente, para no esconder mi contenido. Un vaso, pero, con agujero en el cristal. Un vaso que no se sabrá llenar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario