sábado, 13 de junio de 2009

Mejillas y un tic-tac


Me desconcierta.

Está experimentando conmigo, el tiempo sideral. Unas veces aparece en nanosegundos. Me deja con ganas de ver la repetición desde infinitos ángulos. Un disfrute intenso y tan rápido que si pestañeas te lo pierdes para siempre jamás. Vitamina F, dosis de felicidad, con agradables y subyugadores efectos secundarios. Un fármaco realmente adictivo. Un tic tac extra-revolucionario. Pero cuando termina, me duelen las mejillas. De tanto sonreir. Cojonudamente fantástico. Colocado y feliz.

Otras, sin embargo, aparece como un desierto temporal. Una extensión XXL de kilosegundos en procesión. Largo como un transporte transcontinental. Grande como un espacio ultradimensionado. Latifundi tempo-sideral. Quizás, cuando ella no está, el tiempo celebra su propio carnaval. En el que los días se disfrazan de meses y no paran de bailar a mi alrededor. Les digo: que yo no bailo, gracias. Que no me gusta este carnaval, que desespera en potencia. Que soy adicto a mis nanosegundos. Y fiel a mi camella.

Me gusta el tic-tac hiper-revolucionario. Que le quiten las pilas al reloj. Las agujetas en mejillas. Me gusta tonificarlas con ejercicio periódico. También echarlo en falta, pero no durante demasiado. No me seduce sobre-padecer por mono.

Entrenar para estas F(efe)-olimpiadas. Saborear la plusmarca. Oro en felicidad.

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